Miguel Maldonado: aprender a hablar en monosílabos
Miguel Maldonado, sentado de copiloto de un taxista.
Es una situación complicada.
Tanto que el humorista tiene que tomar esta decisión:
«Empecé a hablarle muchísimo. Para que estuviera alerta. Yo soy una persona que no es que tenga una excesiva cantidad de virtudes, pero sí que soy capaz de hablar el rato que sea necesario sin decir absolutamente nada. Puedo estar hablando continuamente sobre lo que yo esté viendo a mi alrededor».
Maldonado habló durante horas.
Y de esa experiencia acabó descubriendo una habilidad: hablar con monosílabos.
Tienes la historia completa, con todas sus palabras, en el E3 de La Viajante Condición Humana.
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El crimen de Pepe Conde
Hay una ley histórica de esas que se saca uno de la manga después de mucho estudiar que dice que si uno busca, es raro que no encuentre antecedentes.
Que si te pones, siempre hay ecos, rimas, señales, parecidos razonables, alguien que ya lo hizo antes o este meme antológico que debería estar en el MOMA.
Esos hallazgos son «¡Momentos Uoh!».
Son como un chispazo; un encuentro fortuito que deja con la boca abierta.
Eso es lo que me ocurrió cuando, en un mercadillo de antigüedades, vi un programa de cine que anunciaba la película El crimen de Pepe Conde.
Por ese superpoder que nos aporta la percepción selectiva, ¡zas!, fui directa a por este tarjetón. Había cientos de programas en una caja grande, pero este cartel prometía. Este anuncio mostraba a leguas que esto no era un true crime noir de los que te encogen las carnes.
Y así fue.
Cogí el programa, miré el gesto de los actores…, um, le di la vuelta y descubrí al ancestro.
Decía: «Monumental estreno cómico», «graciosísima producción nacional», «cada vez se reirá más».
¡Oh! Tenía el mismo espíritu que Crímenes. El musical.
Nosotros no buscamos el chiste ni la carcajada, pero sí somos de contar los crímenes lejanos y olvidados con la ligereza y el donaire del género chico.
Fue un encuentro tan sorprendente que llegué a pensar que El crimen de Pepe Conde podría ser la abuela de Crímenes. El musical.
Y ya, para rematar, y por puro azar, el programa de cine decía: «una aventura extraordinaria». ¡La palabra! Usaban la misma palabra que escogimos nosotros para darnos nombre.
Esta es la maravilla de escarbar en el pasado.
Que siempre hay paralelismos.
Que las modas, las tipografías, las tecnologías…, cambian sin parar.
Pero los impulsos humanos son bastante pocos y bastante básicos.
Salud y Gran Cinema,
Mar