Mi hija os hará libres
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Mal acaba lo que mal empieza.
Eso le ocurrió a una madre presa del delirio y a una hija víctima del desvarío.
Esa es la historia de Aurora e Hildegart Rodríguez.
De una mujer que concibió a su hija como una «muñeca de carne», y por eso le dio vida cuando le vino en gana y se la quitó cuando lo consideró.
Pero Aurora se empeñó en decir que no estaba loca.
Todo lo que hizo fue pensado y programado.
Y no le tembló el pulso. Ella misma lo contó a un periodista, cuando estaba en la cárcel, y ahora puedes oírlo en el E4 de Crímenes. El musical.
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Tampoco le tembló el brazo para llevar un ramo de claveles rojos cada uno de los tres días de la vista oral.
Aquí está:
¡Y cuánto le gustaban los gatos a Aurora!
¡Y las tortugas!
¡Y los pájaros!
Era una animalista de pro.
Lo que llevaba regular era la gente.
Por eso quería cambiar la humanidad.
Por eso planeó tener una hija con una misión mesiánica.
No te pierdas los capítulos E3 y E4 de Crímenes. El musical. Porque la historia de Hildegart es de las que justifican esta idea:
«A los periodistas nos gusta más la realidad que la ficción. Porque la ficción, para que sea creíble, tiene que ser verosímil. Pero la realidad… la realidad puede permitirse el lujo de parecer increíble».
Y así fue la vida (y la muerte) de Hildegart: increíble.
La historia de una hija a la que su madre veía como un instrumento para reformar el mundo.
En el episodio 5 de
Crímenes. El musical te contamos la historia de
La parricida de la Plaza de la Cebada
Salud,
Mar